miércoles, 7 de octubre de 2009

El Murciélago que Volaba de Día

Es una realidad en el mundo de hoy que no son los más agraciados quienes reciben toda la atención cuando de arte se trata.
No es ninguna novedad que al ir a una librería tenemos miles de opciones delante nuestro. Lo que antes era tan simple como ir a comprar un libro, hoy se convierte en poder tomar un café con los amigos, conectarse a internet, comprar alguna película, el periódico o alguna revista de actualidad. Claro que ante las opciones literarias que tenemos delante nuestro, no es ninguna mala idea intentar subsanar el negocio por otro lado.

Hace algunos años comenzó una "revolución" literaria, en la que sorprendentemente, mucha gente retomó el hábito de abrir un libro antes de ir a dormir o mientras come, en lugar de tomar el control remoto y dejarse llevar por el carisma inexistente de conductores que cobran por hablar idioteces con otros conductores que a duras penas saben escribir.
Esta supuesta "revolución" comenzó -como todo lo que hoy en día vende y, por lo tanto, representa un lucrativo negocio- con grandes sagas e historias infinitas llenas de "originalidad".
Harry Potter, La Materia Oscura, Eragon, o la reciente saga de vampiros, Crepúsculo son algunas de estas historias. Algunas originales, otras dignas del olvido, ninguna exenta de éxito comercial.
La saga de Harry Potter fue la que tomo la posta, siendo denominada como una muestra de originalidad, premiada por la cantidad de niños que retomaron el hábito de la lectura por no mencionar el mensaje de que "los sueños se cumplen" luego de que repitieran hasta el cansancio que su autora estaba desempleada y era madre soltera cuando vendió el manuscrito del primer libro.
Es una saga entretenida, es cierto. Tiene muchos puntos en contra que son camuflados por el fanatismo creado en sus lectores. Su autora no es la escritora del siglo ni mucho menos. No deja de ser una serie de libros entretenidos, que contienen cuestiones domesticas, disfrazadas por la magia de un mundo fantástico y con misterios suficientemente profundos como para dejar a cualquier lector con la duda de lo que sucederá, pero no lo suficientemente intrincados como para que un niño de 11 años pueda entenderlos.
Claro está que dicha originalidad no tiene nada de original si nos remontamos unos 60 años en el pasado, cuando un hombre sumamente religioso comenzó una saga que también es bastante conocida por estos días. Dicha saga contaba (que casualidad) de 7 libros y transcurrían entre dos mundos. El mundo real de la Inglaterra de la segunda guerra mundial y un mundo fantástico compuesto por distintos universos paralelos de los cuales el que más resalta (por ser el que más transcurre la mayor parte de la historia) es Narnia... creo que ya perdí la sorpresa que quería dar con esta saga, pero evidentemente hablo de Las Crónicas de Narnia, una historia que en su momento atrajo la atención de muchísimos niños que estaban sumamente asustados por las connotaciones de la guerra y que la única escapatoria de la realidad que tenían era, justamente la literatura. En aquel entonces, predominaban obras gigantescas que transcurrían muy lentamente y eran de difícil comprensión para los más pequeños y por lo tanto, fue de agradecer que entre muy pocos títulos existentes dedicados a los mas jóvenes, apareciera esta maravillosa saga.
Claro está que no era la única que aparecería por aquel entonces. Lewis (autor de dicha saga) era muy amigo de otro escritor. J.R.R. Tolkien fue otro caudillo en su momento. Su obra transcurría (si, si, otra vez) en un mundo fantástico denominado simplemente como "Tierra Media". Esta tierra tiene su propia historia, mitología, creencia, religión y toda una infinidad de razas, familias, sangres, lenguas y personajes que hacen de este mundo algo único. La obra más conocida basada en este mundo es la trilogía de El Señor de los Anillos, seguida de El Hobbit y El Silmarillion.
Otra vez, la historia trata de derrotar al supremo villano que quiere cubrir todo de oscuridad, y para evitarlo, nuestros héroes deben destruir el Anillo Único, que posee una porción del espíritu (o fuerza vital) del villano. Esta trilogía fue lectura obligada en muchos institutos, colegios y escuelas de todo el mundo durante mucho tiempo.
Y volvemos con nuestra amiga J.K. Rowling, autora de Harry Potter. Para los que viven en una burbuja y aun no lo saben, la historia de Harry Potter está distribuida en siete años, y trata sobre un niño que un día descubre que es mago al igual que sus padres antes de morir. Este niño pronto descubre que en convivencia con el mundo de los muggles (personas no-mágicas) existe el mundo de los magos, los cuales se esconden de los primeros para que estos no los fastidien pidiéndoles que hagan su vida mas fácil. Ambos mundos pronto estarán nuevamente en peligro ya que el súper villano entrará nuevamente en acción para conquistarlos a todos y en la oscuridad atarlos... emmm... esa frase me suena sumamente familiar... en fin... lo importante es que este villano en un principio no puede morir porque (chachan!) deposito parte de su alma en distintos objetos que tienen que ser destruidos antes de morir. No deja de ser una buena saga. Un buen momento de lectura que atrapará al lector, que en todo momento querrá saber lo que sucederá... pero no es la gran originalidad que se dice ser, claro esta... ni siquiera sus dementores (criaturas maléficas invisibles a los no-magos que absorben la felicidad de quien está cerca) son de lo más original y pronto verán porque.
Pocos años antes de que el primer libro de Harry Potter saliera a la venta, había comenzado una trilogía bastante emotiva que fue opacada por el éxito rotundo del niño mago.
Phillip Pullman es el autor de La Materia Oscura, la cual consta de tres partes: Luces del Norte (La Brújula Dorada en EE.UU), La Daga y El Catalejo Lacado. Una vez más nos vemos transportados a una Inglaterra que tiene algunas diferencias con el mundo que conocemos. Claro está que mientras avanzamos en la lectura descubrimos que no estamos viendo al mundo que conocemos, sino que vemos uno de los tantos mundos paralelos existentes en el universo. Por una serie de experimentos fallidos, estos mundos paralelos entran en un desequilibrio que puede acabar con la existencia de todo lo que conocemos. Lo que verdaderamente es único en esta saga es la aparición del amor incondicional, aquel que requiere de los máximos sacrificios, así como una historia en que la religión cumple un papel sumamente importante y una teoría acerca de la creación que enfadaría a cualquier creacionista que leyera alguno de sus libros. Su final agridulce puede conmover al más frío de los lectores. En el segundo libro hacen su aparición unas criaturas denominadas Espantos. Estas criaturas son invisibles a aquellos que posean aquello que en el libro se denomina como Pecado Original, mientras que los niños aun pueden verlos como seres que pululan, intentando robar la esencia de las personas hasta dejarlas en un estado catatónico hasta el fin de su existencia (¿les suena familiar?).
En 1976 vio la luz el primer libro de una escritora que desde pequeña se sintió atraída por lo gótico y la literatura religiosa. Me refiero a Anne Rice y el primer volumen de sus Crónicas Vampíricas: Entrevista con el Vampiro. Su obra trata temas como el amor, la muerte, la inmortalidad, el existencialismo y las condiciones humanas entre otras. Es una de las escritoras más leídas en el mundo y en su momento produjo un renacimiento de la popularidad de los vampiros. El mundo cambiaría la imagen del vampiro que había dejado Béla Lugosi y la transformaría en algo mucho más lujurioso y bello, adaptándose así a la realidad mitológica de los vampiros.
En los últimos años, ha comenzado una revolución (hormonal...?) referida al tema. La saga de Crepúsculo atraería a nuevos lectores -y sobre todo, lectoras- al mundo de los vampiros, hombres lobo y la circunstancial protagonista que atrae a todos a la vez.
La primer gran mentira acerca de esta saga parte de la propia boca de su autora, la señora Stephenie Meyer.
Al momento de contar como decidió comenzar con su historia, esta joven nos relata que un día tuvo un sueño acerca de los vampiros y que nunca (pero nunca, nunca) en su vida había leído o investigado nada sobre ellos... de hecho, poco sabia acerca de los vampiros y así quería que quedara la cosa. Claro está que mucha imaginación debe tener una persona para que, cuando no se sabe nada acerca de los vampiros, se le ocurra que se alimenten de la sangre de otras personas, que tengan una gran fuerza y que (como elemento "original") cualquier habilidad que pueda tener una persona siendo humana, se potencie al convertirse en vampiro. Ni siquiera los vampiros "vegetarianos" son cosa nueva y por lo tanto nada del otro mundo...
Por otro lado, es bastante desagradable leer que un vampiro, al recibir la luz del sol, lejos de quemarse, se "revele" que tiene una piel formada por algo similar a un manto de diamantes. Que los vampiros puedan salir de día, aunque solo sea cuando está nublado (lleven paraguas!) o que decidan pasar sus tardes de lluvia jugando al baseball por toda la eternidad es bastante chocante.
Un vampiro, por historia, por origen, por todo lo que lo rodea, está relacionado directa o indirectamente con lo oscuro, con la brujería y la hechicería, con lo satánico, lo demoníaco y la muerte. La inmortalidad de estos seres está relacionada con lo sobrenatural por sentido común (vamos, que casi todos somos mortales!) y el hecho de que se alimenten de los fluidos vitales o de la sangre de otras personas está referido a la ausencia de alma de nuestros amigos nocturnos. Están atados a la noche porque no quieren ser descubiertos y perseguidos, porque son lo opuesto a la luz, porque así como poseen habilidades sobre humanas, también poseen desventajas. Se relacionan con la nostalgia y la muerte y se supone que todos vivimos de día. Nos levantamos con el sol y nos dormimos cuando este abandona el cielo. Están condenados a que su parte humana no pueda observar nunca jamás algo tan bello como un amanecer. Es fundamental en la historia que un vampiro no pueda ver jamás la luz del sol. Sus sentidos híper desarrollados permiten que su olfato pueda oler cualquier cambio de estado en la piel de cualquier persona. No huelen su alimento, sino que huelen la "química" de la persona y de allí están relacionados con la lujuria, con el estado sexual primitivo del hombre.
En fin... una serie de cosas que a aquellos conocedores del tema les choca lo suficiente como para que lo sientan como una patada en los testículos (o en los ovarios). La literatura tampoco ayuda, dado que la narración se torna incoherente, los diálogos pobres y sumamente vacíos y pasado el primer capítulo del primer libro se convierte en una constante retroalimentación de si mismo... es decir... es todo lo mismo pero en una constante cuesta hacia abajo.
Por supuesto, no se perdió la oportunidad. Primero la denominaron la "joven Anne Rice" en una dolorosa comparación a la autora antes nombrada. Luego la llamaron la "nueva Rowling" en relación a las ventas de sus libros que no terminan de ser más que un Deus Ex Machina de sí mismos... es decir, la saga no tiene absolutamente nada de nuevo... una adolescente se enamora de un muchacho pero no pueden estar juntos por X motivo... nada del otro mundo pero... "oh! esperen!" gritaría alguien en un determinado momento... "son vampiros!" y ahí empieza todo. El estado de no-muertos es la excusa perfecta para todo lo demás y por lo tanto es la justificación de todo.
Como dije al principio, no son los más agraciados los que reciben la atención del mundo. Escritores sumamente talentosos pierden la oportunidad por no pertenecer al movimiento del momento. Otros tantos se ven opacados por sagas dignas de la hoguera como esta ultima que mencionamos. ¿Cuántos lectores de Crepúsculo conocerán, por ejemplo, a Douglas Adams, autor de una de las mejores "trilogías de cuatro partes en cinco libros" que se conozcan? ¿Cuántos otros habrán escuchado alguna vez los nombres de Lestat o Marius?
Produce un dolor inconmensurable saber que el talento esta allí, en algún lugar, pero se prefiere leer lo que lee el amigo, escuchar lo que escucha el jefe y ver lo que ve algún otro para sentirse parte del mundo y llenar los bolsillos de la conveniencia circunstancial, antes que buscar lo que vale y hacerlo valer.
Reportando desde los lejanos rincones del surrealismo, me despido y los dejo con este murciélago que volaba de día.

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